La risa cumple el importante papel de equilibrar la actividad de los hemisferios cerebrales. Durante la explicación de un chiste, la corteza del hemisferio cerebral izquierdo realiza su función analítica procesando e identificando las palabras. Poco después, prácticamente toda la actividad se desplaza hacia el lóbulo frontal, que es el encargado de dar un sentido estructural al análisis realizado por el hemisferio izquierdo (lóbulo temporal). Unos momentos más tarde entra en funcionamiento la habilidad sintetizadora y dar un sentido global del hemisferio derecho, y unas milésimas de segundo después, antes de que el sujeto tenga tiempo de estallar en carcajadas, las ondas de la actividad cerebral se extienden a la zona del proceso sensorial, ubicadas en el lóbulo parietal (este activa los efectos fisiológicos antes descritos). Las ondas delta comienzan entonces a fluctuar en una especie de crescendo, que culmina en el momento en que el sujeto “capta” el sentido del chiste, comenzando entonces la manifestación externa de la risa. El humor activa todas y cada una de las partes del cerebro, lo cual lo convierte en una especie de gimnasia mental insuperable.
Por otro lado, la risa eleva el umbral de tolerancia al dolor, incrementa el ritmo cardiaco y “masajea” los órganos internos. Al mismo tiempo genera una poderosa relajación del sistema nervioso parasimpático, lo que hace disminuir la concentración de una serie de músculos blandos que están controlados por dicho sistema, reduciéndose también por este medio la tensión y el estrés. Este “aflojamiento” muscular es el responsable de alguno de los efectos que pueden ocurrir con la risa, como una mayor salivación, secreción lacrimal e incluso micción incontrolada (vulgarmente conocido como “mearse de risa”). Al mismo tiempo, la reducida actividad del sistema nervioso simpático flexibiliza y relaja también la rigidez corporal, que incluso puede llegar a provocar una pérdida de la postura erecta (revolcarse de la risa). Por otra parte, la risa favorece los procesos de digestión y de eliminación, mientras la presión sanguínea se normaliza y la dilatación de los alvéolos pulmonares es tres veces mayor que con la respiración normal, por lo que la cantidad de aire bombeada por los pulmones puede llegar a triplicarse.
La risa genera satisfacción y bienestar, elimina la angustia, la tensión y la ansiedad, aumenta el autoestima, aligera el espíritu, estimula la imaginación y la creatividad, aclara nuestra percepción (tanto de nosotros mismos como de nuestro entorno), y disminuye las preocupaciones y los miedos. Sabemos que la gran mayoría de las enfermedades actuales son psicosomáticas (migrañas, alergias, hipo/hipertensión, úlceras de estómago, reumatismos, anorexias, diarrea…). Para muchos investigadores, incluso el cáncer es acelerado, e incluso provocado por las tensiones, la ansiedad y el temor.
Aplicando los hallazgos de Norman Cousins, muchas clínicas y hospitales norteamericanos han incorporado a sus instalaciones el llamado “salón de la risa” a donde deben acudir diariamente todos los internos como parte fundamental de su tratamiento o de su rehabilitación. Por su parte, dos de las más importantes empresas japonesas emiten cada tres horas a través de su sistema de megáfonos, quince minutos de chistes y relatos cómicos, con objetivo de estimular el ánimo y el entusiasmo de sus empleados.
Estas compañías japonesas saben lo que hacen. El humor estrecha la unión entre individuos. Como dijo una vez Victor Borge: “la risa es la distancia más corta entre dos personas”. Entre los empleados que comparten unos momentos de risas se desarrolla una conexión más estrecha y el grupo se consolida. Además, el humor aumenta la productividad. Se ha demostrado que aunque las tareas realizadas sean tediosas y repetitivas, el humor hace que el tiempo transcurra mucho más rápido, reduciendo considerablemente el aburrimiento y tensión. Y al contrario de lo que podría pensarse, todos los estudios realizados han evidenciado que el humor en absoluto reduce la concentración.
Al mismo tiempo es un poderoso medio de comunicación, pues capta totalmente la atención de los oyentes. Teniendo en cuenta que más del 75% de los conflictos que surgen en el trabajo son debidos a problemas de comunicación, el humor se convierte así en una herramienta valiosísima, que puede mejorar extraordinariamente las relaciones interlaborales, neutralizando los sucesos que implican una carga emocional negativa. Si usted ocupa una posición directiva, concedas a sus empleados el permiso y la facilidad de divertirse en el trabajo. No se trata de propiciar la risa durante las 8 horas de jornada laboral, sino de establecer una rutina humorística compatible al trabajo.
Por otro lado, la risa eleva el umbral de tolerancia al dolor, incrementa el ritmo cardiaco y “masajea” los órganos internos. Al mismo tiempo genera una poderosa relajación del sistema nervioso parasimpático, lo que hace disminuir la concentración de una serie de músculos blandos que están controlados por dicho sistema, reduciéndose también por este medio la tensión y el estrés. Este “aflojamiento” muscular es el responsable de alguno de los efectos que pueden ocurrir con la risa, como una mayor salivación, secreción lacrimal e incluso micción incontrolada (vulgarmente conocido como “mearse de risa”). Al mismo tiempo, la reducida actividad del sistema nervioso simpático flexibiliza y relaja también la rigidez corporal, que incluso puede llegar a provocar una pérdida de la postura erecta (revolcarse de la risa). Por otra parte, la risa favorece los procesos de digestión y de eliminación, mientras la presión sanguínea se normaliza y la dilatación de los alvéolos pulmonares es tres veces mayor que con la respiración normal, por lo que la cantidad de aire bombeada por los pulmones puede llegar a triplicarse.
La risa genera satisfacción y bienestar, elimina la angustia, la tensión y la ansiedad, aumenta el autoestima, aligera el espíritu, estimula la imaginación y la creatividad, aclara nuestra percepción (tanto de nosotros mismos como de nuestro entorno), y disminuye las preocupaciones y los miedos. Sabemos que la gran mayoría de las enfermedades actuales son psicosomáticas (migrañas, alergias, hipo/hipertensión, úlceras de estómago, reumatismos, anorexias, diarrea…). Para muchos investigadores, incluso el cáncer es acelerado, e incluso provocado por las tensiones, la ansiedad y el temor.
Aplicando los hallazgos de Norman Cousins, muchas clínicas y hospitales norteamericanos han incorporado a sus instalaciones el llamado “salón de la risa” a donde deben acudir diariamente todos los internos como parte fundamental de su tratamiento o de su rehabilitación. Por su parte, dos de las más importantes empresas japonesas emiten cada tres horas a través de su sistema de megáfonos, quince minutos de chistes y relatos cómicos, con objetivo de estimular el ánimo y el entusiasmo de sus empleados.
Estas compañías japonesas saben lo que hacen. El humor estrecha la unión entre individuos. Como dijo una vez Victor Borge: “la risa es la distancia más corta entre dos personas”. Entre los empleados que comparten unos momentos de risas se desarrolla una conexión más estrecha y el grupo se consolida. Además, el humor aumenta la productividad. Se ha demostrado que aunque las tareas realizadas sean tediosas y repetitivas, el humor hace que el tiempo transcurra mucho más rápido, reduciendo considerablemente el aburrimiento y tensión. Y al contrario de lo que podría pensarse, todos los estudios realizados han evidenciado que el humor en absoluto reduce la concentración.
Al mismo tiempo es un poderoso medio de comunicación, pues capta totalmente la atención de los oyentes. Teniendo en cuenta que más del 75% de los conflictos que surgen en el trabajo son debidos a problemas de comunicación, el humor se convierte así en una herramienta valiosísima, que puede mejorar extraordinariamente las relaciones interlaborales, neutralizando los sucesos que implican una carga emocional negativa. Si usted ocupa una posición directiva, concedas a sus empleados el permiso y la facilidad de divertirse en el trabajo. No se trata de propiciar la risa durante las 8 horas de jornada laboral, sino de establecer una rutina humorística compatible al trabajo.
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